MDS 2018 - Por Javier Mehech
No hay primera sin segunda! Había corrido mi primera Maratón en Viña en Octubre 2017, jurando que sería la única, pero me quedaba en mi cabeza que no podía ser maratonista sin haber corrido la maratón de la ciudad donde vivo, Santiago! Así que el desafío estaba tirado! Me quedaban 6 meses desde mi primera maratón para prepararla, pero como terminé muy exigido y cansado decidí bajar el entrenamiento los primeros 3 meses y retomar con todo en Enero, Febrero y Marzo! Gran error!
El entrenamiento esos meses fue mucho más exigido ya que había perdido forma y además de que al meterle sobrecarga de la nada me volví a lesionar varias veces (gemelo, banda iliotibial, etc) por lo que el entreno fue saliendo bien interrumpido. Sin embargo, el desafío estaba tirado! Bajar los 3:30 y había que apuntar a hacerlo.
El problema fue que con las lesiones tuve que entrenar mas conservador, eligiendo mis entrenamientos semanales, sin sobrexigirme, lo q hizo que no pudiera mejorar mucho la velocidad. De todas maneras este entrenamiento fue mucho mas a conciencia, los largos salieron dentro de lo esperado (incluso el de 25k), pero a pocas semanas de la maratón el problema fue otro ... me bajó la motivación, me faltaban ganas para salir a entrenar y la cabeza me empezaba a boicotear el sueño a sabiendas de que el entrenamiento estuvo lejos de ser el óptimo.
Correr en tu ciudad es distinto a todo, pasas por lugares que ya conoces, tu familia y amigos salen a apoyar, es otro cuento, además que al venir de Viña a Santiago claramente la producción era mucho mayor, venia de menos a mas.
La mañana de la carrera sale todo normal, me despierto antes q los niños y que mi señora, salgo en el auto a buscar a un amigo y tomamos el metro. Inmediatamente se siente la adrenalina en el ambiente y la motivación empieza a subir. Llegar a la Moneda es increíble, todo oscuro, lleno de personas que quizás nunca se hubieran topado, pero que persiguen su sueño, dando su pelea interna, tratando de ser mejores o lograr algo impensado para ellos hace unos meses.
Me despido de mi amigo que iba por 42k también, pero buscando su sub3 y ya me encajono a mentalizar y calentar. Parte la carrera y como siempre lo primero es buscar el espacio y mi ritmo, vamos con buenas sensaciones sobre todo los primeros kms que vamos bajando. Vamos bien! Luego vienen los primeros 10km de subida y los aguantamos firmes, tanto así q en la bajada de los siguientes 5 kms nos envalentonamos y empiezo a apretar el ritmo, craso error, sobretodo si sabia que después se venía Vespucio.
Entro a Vespucio bien, tranquilo y concentrado, saco un gel y ahí me equivoco, se me cae un billete que llevaba por si acaso, retrocedo a recogerlo y pierdo la concentración ... a partir de ahí nada es igual, me empieza a costar todo el triple, pero sé también que en unos kilómetros me empiezo a topar con gente; y el primero es un tío de mi señora que no esperaba ver. Sale en su bici y me acompaña unos kilómetros. Se acordaba que en un almuerzo de verano le dije que iba a correr la maratón y el tiempo que quería hacer, por lo que calculó a que hora pasaba por su casa y me estaba esperando sin habérmelo dicho. Luego mi suegra, mi señora, mis niños y mis papás que fueron una bomba de energía!
De ahí mis amigos con sus familias a lo largo de Vespucio hicieron que fuéramos matando kms con el corazón llenito, sabiendo que en 3 kms se acababa la subida y empezaríamos a bajar. Doblamos por Francisco de Aguirre, subimos esas dos cuadras y sabía que ahí se acababa. Me topo con otro amigo triatleta, le digo que voy bien, vamos con buen tiempo para matar los últimos 10k bajando ... pero pum!, mis piernas empiezan a flaquear, me aprieto a full y empiezo a perder el control.
Quedan 10k pero se sienten muy difíciles por lo que decido matarlos de 3 en 3 con premio cada 3er km en el puesto de hidratación; y así vamos. Mi partner en bici me va aleonando, yo diciéndole que no puedo más y q nunca más corro una maratón jajaja; y por otro lado persiguiendo a la liebre, otro runner que iba delante mio y me lo venia topando desde el km 20.
Y así vamos 33, 36, 39 ... y quedan 3. No vamos a bajar, ya se ve Plaza Italia y necesito 10 segundos de concentración y cerramos.
Paro, miro el cielo, miro adelante y vamos con todo, a meterle. 40 en Plaza Italia, 41 ya encajonándose ... 42 y ya veo la meta ... y esos 200 metros que se me hacen eternos me emocionan nuevamente hasta llorar. Veo a mi familia y pienso que tremendo!! Que si bien cerré en 3:35, un poco después del objetivo, quedo contento por cómo lo pelié!!
Me pasan la medalla, la toco, la veo y al toque me arrepiento de ese ¨no corro nunca más¨. Ya empiezo a pensar en la próxima carrera.